Los rellenos faciales, como el ácido hialurónico, son sustancias temporales que suelen tener una duración aproximada entre 10 a 12 meses. Cuando se aplican bajo la piel y en tejidos profundos, aumentan el volumen de diversas áreas faciales. Además, atraen agua, añadiendo volumen, y estimulan la producción de colágeno, lo que mejora la elasticidad y luminosidad de la piel. Esto permite rellenar líneas como los surcos nasogenianos, moldear áreas específicas de la nariz o el contorno facial, realzar el volumen y perfil de los labios, destacar los pómulos, disimular ojeras al definir el área ocular, y tratar líneas de expresión profundas o arrugas. También puede emplearse para camuflar ciertas cicatrices. El procedimiento se realiza en el consultorio y suele durar aproximadamente 30 minutos.
Es el segundo procedimiento estético médico más realizado después de la aplicación de toxina botulínica o “Botox”, debido a que, cuando se aplica adecuadamente y con una selección correcta del paciente, la técnica y el producto, se logran resultados asombrosos que realzan la belleza. En la actualidad, es importante recalcar que el conocimiento juicioso y exhaustivo de la anatomía quirúrgica juega un papel fundamental en evitar posibles o futuras complicaciones, como migración del producto, asimetrías o, más grave aún, embolización o relleno accidental de una arteria facial, lo que puede provocar la muerte parcial o total de los tejidos y las subsecuentes deformidades asociadas. Cuando ocurre una de estas complicaciones, es importante actuar de forma rápida y profesional para evitar la mayor cantidad de secuelas posibles con el paso del tiempo. Elegir un buen médico especialista es fundamental.